Actualmente, muchas son las obras que a partir de su título llaman la atención, hablando en forma generalizada, por lo predecibles o directas que pueden llegar a ser, como Spy X Family, donde nos encontramos con espías y una familia, o en el caso de Demon Slayer, donde tenemos cazadores de demonios. Son historias con las que uno conecta, entre otros motivos, por ser directas, sin sorpresas, y que van al punto ni bien arrancan. Pero Mieruko-chan, ya destaca desde el propio título, porque te apuesto lo que quieras a que tenés la idea clavada de que este manga se trata sobre una chica que se llama Mieruko. ¿No? Dale, no me mientas.

Mieruko-chan, es un juego de palabras en japonés que se podría traducir a español argentino como “la pibita que puede ver”, así que no, no se llama Mieruko la protagonista. Ya bastantes problemas tiene como para que le pongan otro nombre.

La historia narra la vida de Miko, una chica promedio a mas no poder, que de buenas a primeras, se encuentra cara a cara con una entidad fantasmagórica que le hace pegar un susto de proporciones tan grandes que no sabe qué carajo hacer, y que la deja ahí, tiesa, fingiendo que ignora al bicho horrible este, dándole nombre al manga.

Desgraciadamente para ella, Mieruko… digo, Miko, comienza a tener encuentros cada vez más frecuentes con estos fantasmas, que no son precisamente muy agradables a la vista, y que incluso, interactúan con su entorno familiar y escolar, poniendo en un potencial peligro a todos sus conocidos sin que nadie pueda verlos, sólo ella.

Esta desafortunada configuración de hechos que suceden alrededor de Mie… Miko, cuentan con una dualidad, entre terror y comedia, que resulta muy amena de leer, ya que al toparse de frente con estos espíritus, que son uno más falopa que el otro, nos dejan expectantes a ver cómo puede reaccionar Miko ante la crisis de nervios, y que, como sabemos, toma la decisión, desde un inicio, de no confrontarlos de ninguna manera, como si no existieran.

Ya sé que, básicamente, nos estamos riendo a costa de la pobre piba, pero ver como intenta mantener su aparente normalidad en plena desesperación al borde del llanto, es imposible de ignorar. O sea, imaginate tener que fingir que todo está bien, cuando una de estas cosas desagradables te está mirando directamente en el bus, mientras comés en la cafetería del colegio, cuando tomás un baño, en el cine o en cualquier lugar que se te ocurra. Los escenarios no pueden ser más dispares e injustos para Miko, por lo que la risa y el suspenso van a la par, y son moneda corriente durante buena parte de la historia.

Un buen manga de horror que se digne de serlo, tiene que ir acompañado de un arte grotesco, detallado y que te deje los pelos erizados al dar vuelta la página. Por suerte (para nosotros, no para Miko), acá estamos más que cubiertos, al deleitarnos con espeluznantes piezas de muy alto calibre que crean un marcado contraste entre el mundo “real”, con diseños de personajes convencionales, alegres y llenos de vida, siendo atormentados por bizarros fantasmas que más de un lector habrá elegido pasar rápido de página para no verlo.

Creo que los adjetivos no me alcanzan para definir a este manga, porque realmente todo lo que se plantea, y todo lo que experimentamos como lectores, está representado perfectamente por el frenético trazo en los espectros, y la envolvente narrativa, que hasta te llega a transmitir la ansiedad de Miko por momentos.

Es una lectura inmersiva que no te deja indiferente, y que propone un escenario verídico, donde se dibuja una borrosa línea entre lo real y lo sobrenatural.

¿Querés un manga con dibujos que sobresalen de las páginas de lo detallados que son y te generen algún impacto al verlos? Lo tenés. ¿Querés personaes interesantes que tengan algo que contar? También lo tenés. ¿Y qué tal una historia bien contada, en la cual no sepas con qué te podés llegar a encontrar? Adiviná.

Sin dudas, Mieruko-chan es un manga distinto, entretenido, y con un creciente misterio que se va desenvolviendo a medida que Miko va entendiendo por qué es atormentada por fantasmas.

• Si te gustan los mangas de terror con toques de comedia, fijo que va a ser una buena lectura.
• Si sos medio exquisito con el detalle en las criaturas sobrenaturales, no vas a salir decepcionado.
• Si buscás algo más que una risa fácil, porque también tiene una historia intrigante, con personajes muy bien desarrollados que acompañan.

• Si sos medio sensible con las historias de terror.
• Si los bichos deformes que stalkean a chicas de secundaria, te ponen incómodo.
• Si buscás un manga con regularidad de salida bien rápida, ya que es mensual, y te vas a fumar algún que otro mes sin capítulo.

Uno de los principales combustibles de la vida misma del ser humano, son los sueños y las metas. Estar atados a una realidad cuadrada y sin ambiciones, a la larga, nos convierte en seres miserables que atraviesan sus años sin un motivo real para continuar existiendo. ¿Qué tendrá que ver esto con una serie de vóley? Ya te cuento, porque tiene mucho que ver.

Primero veamos un poco de contexto sobre la temática en la cual Haikyu sienta sus bases.

Levante la mano quien recuerde cinco o más títulos relevantes, con temáticas de deporte, que no sean Slam Dunk, Hajime no Ippo o Captain Tsubasa. Quizás, el lector ya habituado al anime o manga, recuerde títulos como Hungry Heart o Kuroko no Basket, que son sólo un par de ejemplos de los tantos que hay y que, sin duda, son recomendables. Pero otras tantas veces, estos títulos no llegan siquiera al radar de la gente que si está empapada en el tema, así que imagínense la cantidad de series que quedan perdidas en el limbo, simplemente por no ser excesivamente populares.

La escasez de IPs deportivas se puede deber a un grado de repetición en una fórmula, es decir, que al ver esta fórmula tan expuesta en una serie tan popular como, por ejemplo, Capitán Tsubasa, llegás a cuestionarte cualquier cosa que sea de la misma temática. Tomemos Hungry Heart, que cayó muy bien entre el público futbolero porque era una obra completamente opuesta a Captain Tsubasa, siendo ambos títulos del mismo autor. Inazuma Eleven, en el otro extremo, logró captar a su público incorporando poderes muy estilo shonen de pelea, pero con temática de fútbol, quebrando el elemento de «realismo» que veníamos viendo hasta ese entonces cuando se estrenó (realismo entre varias comillas, claro) que veníamos viendo. O, más acá en el tiempo, BlueLock con su propuesta por demás exagerada en la cual tienen que encontrar al mejor delantero de Japón utilizando un formato de battle royale, cosechando éxito tanto en manga como con su serie animada, casi de inmediato, al tratarse de una gran premisa muy bien contada, acompañada de un apartado visual también muy llamativo (vean BlueLock, por favor). ¿Qué tienen en común estas tres obras? Que todas tratan y comprenden el fútbol de distinta manera, saliéndose un poco de la fórmula que estableció Captain Tsubasa, que definió a los spokon como tal.

Es difícil llegar a las masas en este sub-género específico, porque las historias giran en torno a reglas o deportes que ya existen. Si viste una, es posible que al ver otra con la misma temática, te suene un poco a deja vu, aunque se desarrollen de maneras completamente distintas. Con esto, obviamente, no digo que no haya variedad, porque al menos hay de donde elegir, pero, comparativamente a otros géneros, este es un poco más reducido que el resto. Y que, en cierta forma, me recuerda el género de mechas, que sigue a flote con algún título perdido, con la diferencia, que un spokon es mucho más fácil de promocionar, al haber fechas en el calendario, como mundiales o aniversarios que se puede usar para la difusión, como BlueLock y Aoashi, que se colgaron magistralmente del momentum que les brindó el mundial de Qatar 2022.

Pero Shaman ¿Y cuándo hablas de Haikyu? Ahora.

Como ya habrás imaginado (?) Haikyu es una serie con temática de vóley devenida de un manga serializado en la Weekly Shonen Jump, que nada tiene que envidiarle a los grandes títulos que mencioné antes.

La historia trata sobre un chico de secundaria, Shoyo Hinata, quiere llegar a ser como su ídolo, el «Pequeño Titán» o «Little Titan», que posee una cualidad que compensa su falta de estatura, justo como Shoyo, característica fundamental en un deporte donde hay que pasar una pelota por encima de una red, o bien, bloquear al contrincante, y siendo capaz de saltar tan alto que parece volar, como el ave insignia de su escuela, Karasuno.

Shoyo, quien también podría recordarnos a Naruto por tener los rasgos más reconocibles del protagonista arquetípico de manga shonen contemporáneo, se va abriendo paso en el ambiente escolar del vóley competitivo, junto a un equipo algo disfuncional en un principio, que conforme avanzan, entre agónicas victorias y devastadoras derrotas, se dan cuenta de que hasta el miembro menos destacable del grupo tiene un rol fundamental e irremplazable dentro del esquema estratégico planteado por su entrenador.

Haikyu, además, es una gran reflexión sobre cómo conseguir lo que uno se propone a través del aprendizaje y el esfuerzo, viéndose reflejado en el equipo cuando logran sus victorias, o las dificultades que atraviesan como grupo. Una de esas reflexiones que más llamaron mi atención, por cómo está diseminada a lo largo de la obra, es el constante énfasis de que la red no solo es un simple objeto que delimita ambas mitades del campo, sino que la contemplan como una pared impenetrable que deben superar a toda costa, idea que vemos marcada a fuego en partidos posteriores.

Cuando menos te lo esperes, vas a saltar de tu asiento o a tirar al carajo el vaso que tenés en la mano, por la tensión liberada después de un punto clave. La importancia de pelear cada punto como si fuera el último, aunque se trate solo de 1 punto de 25, o que sean parte de un simple club de secundaria, es el instante en el que realmente comienzan a disfrutar del vóley, ya que se ilustra perfecto la idea de la muralla, y todo lo que eso conlleva para poder sortearla y alcanzar al rival.

Actualmente, cuenta con tres temporadas, y un par de películas a estrenarse, que cierran la historia, manteniendo una calidad de animación y un dinamismo excepcional durante los partidos que, aunque no seas aficionado al deporte, seguro se te van los ojos, sin descuidar, además, el carisma y desarrollo de sus personajes, que son creíbles, mantienendo en todo momento el entusiasmo por sacar adelante a Karasuno como equipo.

Si estás buscando una recomendación o necesitas motivación en tu vida para seguir con tus metas (o ambas cosas), mirá Haikyu, que si no estás logrando eso que te proponés (ojalá que si), al menos te vas a entretener y, por supuesto, vas a terminar aprendiendo mucho sobre vóley en el camino.

• Principalmente, si te gustan los spokon, o series deportivas. No es necesario que te atraiga el vóley para que te enganche.
• SI sos de ver historias que transmitan emociones muy intensas en cada partido (y fuera de ellos también).
• Si buscás algo bien animado.
• Si te sentís desmotivado, en algún punto, Haikyu te va a tocar una fibra.

• Si te aburren las series de deporte, pegale una mirada. Haikyu es la serie de deporte perfecta que te puede cambiar la mirada al respecto, si no estás acostumbrado a esta temática.
• Si sos una persona aburrida. (Perdón)
• No hay puntos negativos, Haikyu es una fiesta.