5 razones para ver aim to be a pokémon master

El viaje de Ash, que atravesó a varias generaciones que lo vieron mantener su edad , luego de 26 largos y juveniles años, finalmente concluyó, sin antes cerrar varios hilos que dejaron a más de uno con el moco tendido.

Éste epílogo se da en formato de 11 capítulos al mejor estilo de miniserie autoconclusiva, es decir, que no necesitás ver o saber qué pasó antes para entender de qué va, porque siempre hay un personaje que lo explica en una frase o muestran algún flashback corto en forma de compilado de imágenes, como el opening de turno, que es una versión regrabada del opening original, pero con algunas imágenes de la primera serie y un par de escenas nuevas. Sin embargo, y como era de esperarse, el público somos nosotros, los viejardos de 30 y pico de años que vimos cómo arrancaba el viaje. Por lo tanto, si fuiste de esas personas que le agarró la fiebre de Pokémon entre el 98 y el 2002, preparate porque hay, seguro, un golpe bajo de nostalgia para vos.

El objetivo de esta serie no es generar nuevo público, ni tampoco recobrar público perdido en el camino durante estas décadas, sino darle cierre a la historia de un personaje que fue parte de la vida de muchos. ¿Cómo lo hicieron? A mi criterio, con 5 razones principales que obligan a fanáticos y a no-tan-fanáticos a ver, por lo menos, un par de estos capítulos.

1- ash usando todo su arsenal

Una de las críticas que mas se le hizo a Ash, cómo personaje (y bien justificada) fue la de utilizar repetidamente los mismos Pokémon, una y otra vez a lo largo de cada temporada. Llegando a perder encuentros por no hacer lo que cualquier persona haría en su caso: ir al Centro Pokémon, llamar al Prof. Oak y solicitar un cambio de bichos para optimizar sus equipos. Esto recién lo pudimos ver en la temporada de Journeys, cuando Ash iba y venía de regiones. La temporada en si se prestaba a desplegar más variedad, arriesgándose a mostrar más elementos y situaciones, cosa que en temporadas anteriores, no ocurría tan seguido.

Pero acá, en ésta última temporada, todos tuvieron su momento (o la gran mayoría, aunque sea unos segundos). Ash, ante cualquier situación, sacaba un Pokémon de antaño para que ejecute su ataque insignia y que resuelva el problema, como diciéndole a la audiencia “esta es la última vez que voy a hacer mi gracia, así que prestá atención”.

Pero esos son los “secundarios”, como Donphan, Buizel o Talonflame, ya que los Pokémon estelares cuentan como spoilers.

2- compañeros que vuelven

Uno de los puntos a destacar de esta serie, es que trae nuevamente sin mayor justificación más que la del todopoderoso fanservice, obvio, a la formación original que estuvo con Ash durante casi 300 capítulos, y que recorrió Kanto, las Islas Naranja y Johto. En ésta ocasión, y para cerrar el ciclo, Misty y Brock (junto a Cylan, de paso), contaron con su capítulo reintroductorio, reconociendo los logros de Ash y el tiempo que pasó desde la última vez que se vieron. Que, recordemos, no fue tanto tiempo, considerando que Alola no está desconectada en la rara continuidad del anime principal, en donde ambos aparecen con motivo del aniversario 20 del anime.

El grupo de Ash, de esta manera, va a recorrer Kanto una última vez, demostrando que, a pesar de tanto tiempo, la química del protagonista y sus acompañantes más clásicos, todavía funciona.

3- haciendo las pases con los pokémon salvajes

Una de las observaciones más curiosas que se pueden hacer acerca de esta serie, es cómo Ash cierra el círculo que se abrió al comienzo de su viaje, y que nadie pensó que podría llegar a cerrar.

Recordemos que, cuando Ash se fue de Pueblo Paleta, con un Pikachu muy hinchado de las pelotas que no le quería hacer caso, lo único que se le cruzaban eran problemas. Puntualmente, los Spearow que dejaron malherido a Pikachu, un Rattata que le robó comida (o por lo menos que intentó hacerlo) y el enjambre de Beedrills que siempre aparecía cuando pisaba un bosque.

Pero la sorpresa que se nos presentó, fue que, primero, Ash salva a un Kakuna que se caía de un árbol, y que estaba a punto de evolucionar. Pero cuando se convierte en un Beedrill, en lugar de amenazarlo con darle piquetes de aguja, el Pokémon le da las gracias y se va, marcando un logro personal para Ash, que lo termina festejando.

Esto se repite en el sexto capítulo, en el cual Ash y Pikachu se separan gracias al Equipo Rocket. Durante el capítulo, vemos a uno de los Spearow salvajes que previamente atacó a Pikachu, siendo asistido por Ash y compañía, y a un Rattata que, de la nada, apareció muerto de hambre, que ayuda, con su olfato, a encontrar al compañero de Ash, en agradecimiento por darle alimento (que era de Pikachu).

Si leemos un poco entrelineas, nos damos cuenta que se intenta cerrar aquel accidentado inicio para el entrenador, que fue superado por el entorno salvaje, y que ahora, ya con la experiencia a cuestas, resuelve las cosas de otra manera.

Un gran detalle para terminar su historia.

4- No se olvidaron de nadie

Sacando a los Pokémon de Ash, y a los ya mencionados compañeros que hicieron su retorno (y un par de apariciones extra que no voy a mencionar porque spoilers), hubo un gran momento en especial que tuvo su propio capítulo. Los villanos que persiguieron a Ash durante toda su travesía sin descanso, también cerraron con broche de oro en el capítulo XXX, cuando Delibird, Pokémon que los asistía en Johto, reapareció para darles un último regalo: los Pokémon que usaron en otras regiones, y que, por cuestiones de obligaciones comerciales con el branding de Pokémon, iban dejando atrás.

El capítulo no tiene desperdicio, y si te gusta el trio más malo de todos, esta es la oportunidad de verlos brillar una última vez.

5- El cierre multicolor que ash se merecía

La serie-epílogo, como un todo, contó con muchos momentos que podrían disparar un recuerdo de tu infancia, pero si hay algo que se planteó muy bien, es la vuelta de Ash como personaje, y no como instrumento narrativo para venderte jueguitos, como lo hizo por muchos años. En la etapa de Journeys ya daban una pista, al no estar 100% centrados en venderte los juegos ubicados en Galar, sino en mostrarte las aventuras de Ash, recorriendo el mundo, interactuando con gente random, expandiendo los horizontes del mundo Pokémon para el espectador, y por supuesto, imponiéndose en la cima de campeones. Todo esto para reconfigurar el rumbo que había perdido.

Ash fue rehén, por muchos años, de una visión más editorializada que no le permitía romper el status quo que lo tenía atado de pies y manos. Pero ahora, que pasó tanto tiempo, es posible que la realidad les haya golpeado la puerta a mas de un productor de la serie. Ash no iba a seguir con las mismas metas, la misma fórmula pero retocada, o incluso, la misma seiyuu (Rika Matsumoto) por otros 50 años para ver si baja o sube el amperímetro. No daba continuar de esa manera, había que cerrar el círculo.

Soltar al personaje me pareció una movida justa para todos, puesto que ahora Ash se transformó en Campeón de Campeones, tras derrotar a los entrenadores más rotos de la franquicia en términos de poder, que es, básicamente, lo que el público exigía desde siempre. Pero ¿qué significaba ser Maestro Pokémon a estas alturas? Siempre fue algo medio ambiguo que no tuvo una sola respuesta. Ash ahora tenía reconocimiento, trofeos y título, pero eso no es sinónimo de “ser un Maestro”. Esta cuestión que figura en el subtítulo y que parece tan filosófica por momentos, es lo que se pregunta Ash durante el último episodio, y que tiene un peso significativo en su crecimiento como personaje, que pasó a desdibujarse progresivamente luego de que Takeshi Shudo pasara a dirigir y supervisar cada vez menos capítulos hasta finales de Johto, recuperando esa impronta perdida luego de 26 largos años de emisión.

Sin duda, fue un gran mérito cerrar la etapa de Ash reflexionando acerca de qué es conseguir la maestría, o , en este caso, de la interpretación que tiene Ash al respecto, ya que la respuesta siempre estuvo frente a él, pero nunca dejaron que Ash, como personaje, avance y la vea. Hasta ahora.

Es una gran serie unitaria, pero, al tener una enorme carga nostálgica, si nunca conectaste con nada relacionado a Pokémon, ya sea juegos, TCG, anime o… los peluches (?) va a ser difícil empatizar con algunas de las situaciones, por no decir que con todas.